domingo, marzo 11, 2007


Ella pareció, de pronto, entristecerse.
"Habrá sido algo que yo he dicho", pensé.
"Habré hecho algo que la pertubara,
o habrá recordado súbitamente algo
que la ha amargado", pensé.
Entonces sentí nuevamente el sol picar en mi cuello,
tras haberse tapado momentáneamente por una nube,
y comprendí asi por qué razón se ensombreció su rostro.

Sonrió otra vez, aunque algo amargamente aún.
y asi supe, puesto que yo no podría mover las nubes
ni reverdecer un árbol que se ha marchitado,
que jamás podré hacer algo frente a semejante tristeza.
Desde entonces ya no intento remediársela.
me limito asi, a compartirla con ella.

1 comentario:

aldo pellegrini dijo...

por algunas razones que no vienen al caso, siempre he sentido profundamente no tener palabras para decir saudade.

aquella palabra mágica desborda en su cuerpo imposible un anhelo, un silencio: presencia de una ausencia.

quién nos habrá dejado sin ella? pregunto obstinado.

y siempre he de saber que algunos versos sabrán decirlo tan bien como ud. ha puesto en lúdicas palabras.

salud y alegría!