jueves, enero 25, 2007


.Los Hombres.
Que brillante, hablar así con una mujer. Pero al mismo tiempo, que agotador. Casi nunca recibimos tanto de otra persona como esperamos. Desilucionamos también, asi como nos desilucionan, una y otra vez a quienes al rodearnos depositan en nosotros inquietudes y pretensiones. La comunicación entre los hombres tiene el peso de las estrellas sobre las montañas.
En calidad de seres humanos con raciocinio es que nos presentamos unos a otros y nos damos la mano o nos besamos la mejilla. Sobre todo preocupados por sostener la rigidez con la que nos relacionamos, y a la cual hemos dado en llamar respeto, celebrando un protocolo variable pero omniexistente bailamos la danza de la formalidad una y otra vez y aún pretendiendo abandonarla y aún pretendiendo quebrarla la sostenemos. Creemos, como hombres, en los valores y en los derechos, en la justicia y en el conocimiento. Y en el sujeto.
Lanzados al mundo a defender lo propio de nuestra existencia, nos detenemos de tanto en tanto para preguntarnos acerca de su fehaciencia, pero rehuimos luego a tales preguntas que nos paralizan con paradojas capaces de depositarnos en un vacío al cual contemplamos perplejos. Y brindamos, celebrando la grandeza de nuestra evolución, saludando nuestros logros con estrepitosos festejos, sin saber en absoluto que tales logros nos conducen a una isla, y que en una isla ya no habrá con quienes compartir aquella existencia.
Somos hombres, y por tanto felices o infelices:capaces de reducir el sentido de nuestra existencia en el mundo a una abstracción fundamental, y capaces a su vez de ponerle un nombre, y experimentarla como sentimiento o como deseo. Pero olvidamos nuestra intención primordial, nuestra inevitable necesidad. Construimos bareras entre nosotros, en nombre de una moral, de un sentido del bien y del mal, de una desvalorización de lo inestable.
Nos olvidamos de nosotros, nos separamos y nos perdemos los rastros, y ya no nos conocemos. Solo de vez en cuando, cuando desfallecemos, nos desorientamos, y entonces nos encontramos, y entendemos, y al fin comprendemos, sin siquiera interesarnos en ello, de qué estamos hechos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

hola!!

Anónimo dijo...

Me fui
Y nadie lo nota
Mi cara se aleja
y se hace ventana

Y ya no soy más
un hombre
Al que tiran de un riel

Mi pie cae frío
de boca al agua
nubes y antenas recorren la playa

Qué día feliz
no hay nada
que me pueda herir

aldo pellegrini dijo...

Buenas, mi querido amigo. otra vez por el barrio, algo menos de peso sobre mi gastado cuerpo.
y lo encuentro cavilar sobre nosotrxs y los otrxs, ese irreductible dilema. y sabiéndome encerrado en él he de agregar algo de confusión...
y se me ocurre una analogía algo esquiva -como todas las analogías-, para ello valga una lectura apresurada sobre Iñarritu y su última producción.
más allá del trillado lugar común (a eso le dicen estabilización de un estilo, no? aunque repetición...) en tanto forma, es allí, en esa puesta en escena, teatro de la imposibilidad de escucharnos, de aprehender al otro, su irreductible otredad, que radica la angustia del ser, su desconocimiento acerca de sí, su ser-para-sí, ser-para-los-otros.. y más allá de lo trillado de mi (también) lugar común 'filosófico', el sin-sabor amargo que me ha dejado, el ver aquella película, de sabernos perdidos en ese laberinto de las palabras, del lenguaje-civilización (no sólo el de los idiomas, claro, sino el de los otrxs, el de los imaginarios sociales instituidos) es algo grave, es todo un síntoma de la desesperación que nos envuelve en sus tibios brazos de pálida dama y nos deja, tan solos ante una mirada otra que no devuelve nuestrro reflejo más que distorsionado por la institución de un posible algo incierto, algo cruel, pero definitivamente real.
y nosotrxs, ante la mirada impávida de lo real, hemos de reclamar lo irreal-imposible.
y aunque desespere la espera, no olvidar, las condiciones de posibilidad están allí, en nuestros gestos y abrazos, en la mirada que es abajo, aquí y ahora, el amor y sus destellos, únicos e irrepetibles, momentos que sabemos poblar de nuevos instantes, nuevos intensos colores.
mientras tanto, tan solo esperar las mañanas que nos besan de jubiloso amanecer.

saludos!

AlmereydA dijo...

Verdaderamente es emocionante creerse que las cosas que uno dice por ahí, llevan a semejantes reflexiones. El amigo no tan amigo Iñarritu debería sentirse iguald e feliz. me preparo y voy a ver la peli sin falta. saludoss amigo gaston!.