domingo, diciembre 17, 2006

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una maraña. eso es, exactamente, lo que queda de Eduardo cuando la señorita Laura Sal se va de su casa.
hecho una confusión queda Eduardo cuando Laura Sal se va. Cuando Laura Sal abraza el abrazo que Eduardo le arroja. Es, con esa pesadez y esa suavidad (mezcla de tempestad y lucidez)con la que se abrazan cuando se abrazan, que se abrazan Eduardo y Laura Sal cuando Laura Sal se va.
Casi siempre en una esquina,un abrazo honesto y desgarrado: desgarrador abrazo. desgarrador porque, no sabemos bien por qué, siempre parece una despedida.
Una maraña. eso es, excactamente, lo que queda de Eduardo cuando la señorita Laura Sal se va de su casa.
Un alivio para tanta desesperación de saberse enloquecidos. Porque si, porque si no estarían perdidos, piensa Eduardo, porque si no no sabe si no sería definitiva la locura que lo asalta cuando el ojo brilla en su ventana, en su espejo y en su cama. Se van Eduardo y Laura Sal, prometiendo volver, pero en realidad sin prometer nada, prometiendo no necesitar prometerse tanto, siempre y cuando las promesas no se digan ni se hagan y se cumplan, no ya por promesas y ya si porque así lo sientan.
de Edwardo Almereyda "despedidas"

3 comentarios:

Anónimo dijo...

des PEDIDAS... motivos para más Sal y más soles de re ENCUENTROS.

Laura está pisando la tierra y entendiendo el placer de las cosquillas del pasto semihúmedo. Todo parece estar convirtiéndola en mujer, y los miedos se le achicharran en sus rincones. Pide encuentros, encuentra pedidos, y no duda en sonreir ante cualquier gesto de belleza.
Espera...la vuelta, el abrazo. Espera para seguir enmarañando el tiempo de él, ése que olvidan a menudo, ése que juegan a olvidarse.
Y mira: el brillo del espejo que canta letras rojas, el tiempo en el que sí cree: aquél que acorta espacios y predice más lluvias.

AlmereydA dijo...

bello como siempre, el misterioso visitante/a islandés conmueve un poco más este conmovido lugarcito.
gracias!.

aldo pellegrini dijo...

muy bonitos aquellos maravillosos destellos que se posan en estas letras centelleantes, amigo edwardo.
quizás convulsivo, como el momento que se derrama en los versos, quizás.

saludos!